martes, 25 de marzo de 2008

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Un tipo en el parque entregaba su cuento "La risa del rinoceronte". A cambio te pedía una colaboración. Le di un sol y guardé la fotocopia en mi mochila. Sentado en una banca, me puse a imaginar qué tipo de historia podia ser esa. Quizás el tipo era un genio y nadie lo sabía. Que tal si el cuento era tan bueno que uno terminaba aplaudiendo de pie. Regresé a mi casa y me eché en la cama, tratando de imaginar un rinoceronte riendo. Un animal con una coraza indestructible, caminando por el mundo sin temor. Me quedé dormido un buen rato y al despertar, no me dieron ganas de leer el cuento. La imagen del rinoceronte riendo me había alegrado el día. Ya no necesitaba nada.

1 comentario:

Alleda Vodienova dijo...

Tus días son geniales a simple vista