miércoles, 9 de abril de 2008

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Cuando prendí la televisión, vi a Ray Manzarek, el tecladista de The Doors, dando una entrevista. Acababa de llegar a Lima con su banda, para tocar temas de The Doors. Con tono amable, contó a las cámaras un sueño. Morrison entraba por la puerta de su casa. Tenía un aire cansado, y le preguntaba a Ray si tenía alguna canción nueva. Ray contestaba: ¡por supuesto!

Yo pensé en un sueño reciente. Estaba en una habitación con las paredes descascaradas, y un manto que no abrigaba. Abría la puerta y veía un desierto. Es todo lo que recuerdo.

¿Cómo se siente el espíritu de Jim Morrison sin su banda? No hay nadie a quien decirle una letra. Nadie que ponga teclados o un riff de guitarra a sus palabras. No hay policías que vayan a detenerlo por ser Jim Morrison y hacer que la gente se vuelva loca en los conciertos.

Quizás Morrison, en el trance a otra vida, se vio a sí mismo en un cuarto de paredes descascaradas. Tiró el manto a un lado, y escogió ir al desierto para buscar de nuevo a la tribu. Aquella que abre las puertas de la percepción. La que te hace nacer en otra parte. En un lugar donde nada muere y todo es música.

4 comentarios:

aprendiz de sócrates dijo...

quizás la real dimensión de esta historia diaria, se alcance cuando pasen los años. como el buen vino, veremos que pasa con esta existencia, que es un buen giro a la existencia del otro blog, el de Tito.

Carlos Gregorio dijo...

Hoy me diste muchas emociones nuevas, el caballo peruano que no sabía que era peruano, el faltante renacuajo de tu amiga, el séptimo episodio de tu tío.

Vas para grande.

Un abrazo fraternal.

Alejandro Vargas dijo...

No tengo ni la mínima aceptación por Riders que la que tengo por The Doors...quieren mantenerse de la fama de un grande.

Kat dijo...

lamento decepcionar a muchos pero de morrison sólo conozco su rostro