miércoles, 23 de abril de 2008

41

Decidí caminar a cualquier parte. Tiré la moneda. Si salía cara, me iba a la izquierda. Salió sello. Caminé por horas; día, tarde y noche. Descansando de vez en cuando para comprar algo que comer, algo que beber. Entré en calles desconocidas, me senté en parques de niñez. Reconocí un árbol donde me había trepado hace más de veinte años. Levanté el rostro, absorto en su gran altura.

Recordé cuando era niño y estaba sentado en una rama. Pensaba: Aquí haré una casa de madera, y pondré una baúl lleno de comics.

Ahora no tengo casa de madera. Tampoco sueños de niñez. Solo cansancio.

Tengo los días de mi vida, y con eso debo armar un plan.

4 comentarios:

Alejandro Vargas dijo...

quizá en un momento podrás levantar tu casa sobre el árbol, fijarla firmemente y tener ese baúl lleno. Sólo hay que ser pacientes.

vesania dijo...

Y el tener que crecer te ha impedido construir esa casa del árbol, el perder tus sueños de niñez y no realizarlos???

no vacies tus sueños, no mires tus manos para sentirlas vacias, si al final no es el crecer el que vacia nuestras vidas somos nosotros, solitos sin mucha ayuda del resto...

Un abrazo, que espera verte en aquella casa de madera

Sebastiana dijo...

A veces pienso que por más planes que se hagan, por más sueños-deseos-estrategias-metas-whatever que se tengan, sólo hay más días que se van acabando.

Qymera dijo...

El futuro es la condensación de todas las imperfecciones del pasado.