domingo, 16 de marzo de 2008

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Abrí una bolsa con pasas que estaba guardada hace tiempo. Puse las pasas en un plato y vi un pequeño gusano blanco que no sabía a donde ir. ¿En qué día nació?

Yo nací un día. El gusano también. Ambos, vinimos al mundo sin saber quiénes éramos. Con el tiempo aprendí sobre quién era yo. El gusano se quedó sin saber mucho. Se mueve entre las pasas con tanta inocencia como se habrá movido el día de su nacimiento.

Lleno el plato de agua y el gusano se ahoga al instante. Una vida de pura inocencia acaba de terminar. Una existencia sin preguntas complicadas. Yo en cambio, conozco el mundo y estoy perdido. Como todos.

2 comentarios:

Sebastiana dijo...

Ahogarse en un plato de agua a veces parece más prometedor que la insistencia o la necedad que nos hace respirar con un popote bajo el agua.

Alejandro Vargas dijo...

ahogarse en un plato con agua puede ser una terrible situación, sin embargo superar la muerte es glorioso.