domingo, 6 de abril de 2008

25

Desde que empecé con este blog, los días tienen una extraña consistencia. Una muchedumbre de minutos, pequeños soldados moviéndose en silencio, se hacen visibles. Se abrazan formando una cadena: las horas que nadie puede detener. Es casi como un juego. Todas las piezas se mueven solas y uno se siente Gulliver, tratando de hablar con los minutos, que no escuchan a nadie. Ellos están muy ocupados con su misión: tejer las líneas de nuestra historia.

2 comentarios:

Fernando dijo...

Veo que este blog es nuevo. Es interesante ver como uno evoluciona con el y a la vez el blog evoluciona con nosotros. Bienvenido a este mundo de la democratizacion de la publicacion.

Kat dijo...

:)