jueves, 17 de abril de 2008

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Despiertas. Miras el techo, la ventana, el reloj. Todo sigue igual. Abres las cortinas. El juego empieza de nuevo. El creador del juego existe o no existe. No importa, igual tienes que jugar. Tomas el desayuno, lees el periódico. Sales de la casa, ves a otros jugadores, caminando y en automóviles. Pasan las horas. Trabajas. Te cansas. Pasan más horas. Comes. Te metes en la cama. Cierras las cortinas. Miras el techo, la ventana, el reloj. Duermes. En el sueño, encuentras una llave, abres la puerta. El creador del juego dice: sí, yo existo. Cambia de forma, es un enano, luego una jirafa, ahora una hormiga, luego una estrella. Preguntas: ¿cuál es la meta del juego? El ser cambiante dice: cree en mí. Ahora es un dibujo, luego un títere, una tortuga, una cara gigante en la pantalla de un cine. Despiertas en medio de la noche. Bebes un vaso de agua. Estiras los brazos, bostezando. Regresas a la cama. Duermes profundo, al fin. Horas y horas aletargado. Es un pequeño paraíso antes de despertar.

4 comentarios:

©Claudia Isabel dijo...

Tu mirada es curiosamente real. Es increible las infinidades de miradas sobre un mismo punto, y en esa diversidad está la esencia que intercambiamos cuando nos relacionamos. Lo definís como algo mecánico, tal vez como lo es el tiempo representado por un reloj, un tic tac acompasado con algún que otro descompás...supongo que la vida es lo que transcurre entre cada tic tac y no el tic tac.
La que suena en mi blog es Sade, excelente cantante no popular, supongo que solo para oídos exquisito. El de la obra maravillosa que colgué en mi blog se llama Pedro flores.
Un abrazo

Alejandro Vargas dijo...

bien, la vida vista en círculo con explicaciones atinadas.

Carlos Gregorio dijo...

Tal vez no más que un juego de engaño.


Saludos.

Angela dijo...

Que Lindo!